Hoy no me levanté muy propositiva. Asi que si usté busca en este post una propuesta, mejor dése vuelta otro día.
Esperando que llegue la inspiración laboral, que últimamente anda bastante esquiva, peor resulta recordar que este verano no tendré vacaciones. Y que, a pesar de que la maternidad eliminó las vacaciones con despertares en horario PM, necesito unos días de no trabajo. De regalonear con la familia. De pasear por cualquier parte sin pensar que al día siguiente hay que poner cara de inteligente y tratar de resolver algún cuestionamiento jurídico de manera al menos digna.
El clima vacacional que ronda en el ambiente además no ayuda mucho. Los noticieros ocupan media hora en mostrar los panoramas veraniegos en distintas ciudades que este año no visitaré y que no me interesa visitar. Porque aunque suene la del picado, de verdad no me interesa ir a meterme a una fiesta de la espuma en Pucón ni tenderme en una toalla en Reñaca mientras siento como el sol carboniza mis células. Menos aún hacerme parte de la "fiebre del topless", que no es sino una mina que se le ocurrió sacarse la parte de arriba del bikini para tomar sol. ¡¡Una mina hace eso, y LUN declará en portada que es una avalancha de topless!! Demasiado.
La otra media hora de "noticias" son las recomendaciones para las vacaciones, tan obvias siempre... o sea, si uno no sabe que hay que llenar el estanque de bencina antes de partir a una travesía de 600 kilómetros por el desierto, o revisar si los neumáticos tienen aire, definitivamente estamos en un problema.
Qué pasa entonces para nosotros, los simples mortales que a) no tenemos vacaciones o b) teniendo vacaciones no vamos al litoral central, La Serena o Pucón. Para nosotros quedan los "panoramas santiaguinos", que son los festivales de teatro y de cine al aire libre en Santiago, que duran todo enero. Ahora, si quieren escuchar noticias-noticias, olvídenlo. Porque al parecer cuando la temporada veraniega empieza en nuestro país, el resto del mundo deja de funcionar. No hay conflicto en Medio Oriente que valga la pena, es mucho más importante saber cuanto cuesta el arriendo de cabañas para 4 personas en El Tabo.
Y mientras la mitad de Santiago está de vacaciones y la gran mayoría restante planea sus vacaciones en febrero (que es cuando de verdad penan las ánimas. Hasta los vendedores de mote con huesillo se van de vacaciones), nosotros "los que nos quedamos", debemos resignarnos a recorrer los pasillos de los supermercados plagados de uniformes escolares y artículos de colegio, meternos en alguna superhiperextramega liquidación en la cual uno encuentra un zapato, pero jamás el otro, y someternos a estas temperaturas estivales que no amainan ni siquiera en la noche.
Es entonces cuando uno se dedica a preguntar, casi de manera obsesiva, a todo aquel que nos rodea, si este año saldrá de vacaciones. Y cuando ese alguien interrogado responde sí, y empieza a contar a dónde partirá, uno deja automáticamente de escuchar, en una mezcla de rabia con envidia, y calor. Mucho calor. En cambio, cuando el interlocutor contesta, apesadumbrado, que este año no sadrá de vacaciones, uno encuentra un poquito de consuelo. "Oye, juntémonos entonces, hagamos un asadito uno de estos días, caguémonos de calor en conjunto".
Tal vez lo peor de estar en este estado (habría que ponerle un nombre científico quizá) es que los niveles de tolerancia decaen bruscamente. La tolerancia a la estupidez y a la fanfarronería se pega un bajón mayor que el dólar en el 2007. La duda entonces es: ¿ando medio intolerante, o es que durante todo el año he aguantado a estos pelotudos y recién ahora me vengo a dar cuenta? Talvez es una combinación: nunca los he tolerado, pero durante el año tengo más paciencia. A estas alturas, la paciencia es sumamente escasa y la guardo para momentos realmente importantes.
Ahora, para qué ser tan pesimista, quedarse en la capital cuando el resto de la gente está fuera tiene sus beneficios:
- De partida, uno trabaja un poco a media máquina. Porque si las cosas que tú haces dependen en algún porcentaje de un tercero, pierde cuidado que ese tercero estará de vacaciones.
- Los traslados se reducen a la mitad. Tanto si se toma translocomoción como vehículo particular, en esta época uno se demora máximo 30 minutos para llegar a cualquier punto de la capital.
- Se puede ir al Jumbo a las 13 hrs. de un sábado sin temor a envejecer haciendo fila en las cajas.
- La tele deja de dar programas top en horario prime, y opta por películas familiares. A veces son malas, es verdad, pero estos últimos años se han esforzado en traer películas más renovadas, del tipo Shrek 2 o algún Harry Potter, en vez de dar por vigésimo novena vez "Todos los perritos se van al cielo" y "Todos los perritos se van al cielo otra vez, la revancha". Ya, se me escapó la niña que llevo dentro. Además repiten los programas del año, lo que da la posibilidad de ver algún capítulo de algo que nos saltamos. Estoy ilusionada con que se les ocurra dar nuevamente "La Fértil Provincia " en un horario apto para gente cansada.
- Uno gasta menos plata. Mientras todo el resto gasta sumas exorbitantes en arriendo y asados con carne comprada el carnicería de ciudad playera con un sobrepreecio del 70%, (pese a lo que diga José Roa), uno se toma el conchito de un Mango Sour que quedó de algún carrete, y se pasa horas preguntándose porqué cresta se llama Mango Sour, si no es mango con limón, sino mango con pisco.
Ahora, lo que es inevitable, es empezar a preguntarse si todos aquellos con los que uno ha compartido momentos de humor, ocio e improductividad durante el año y que andan medio desaparecidos, se fueron de vacaciones sin avisar o están trabajando para ponerse al día por todo lo no trabajado en el año....