martes, 27 de mayo de 2008

El Facebook y yo.

Hace ya meses que todo el mundo habla del Facebook. La nueva forma de socialbilizar. La nueva red de contactos, la más amplia, sin filtro... puedes ubicar a todo el mundo y todos te pueden ubicar a tí. Uuuh.
Al comienzo pensé que era como los After Office del Santa Lucía, que tuvieron su momento de gloria y que lograron que los Happy Hours de los pubs pirulos pasen a llamarse After Office, pese que ya nadie quiere ir al Santa Lucía porque se llena de "picantes". Pero no, esta moda es más persistente. No es una moda. Es el futuro...

Y todos, TODOS (eso significa un 100%) hacen mención a esa maravillosa posibilidad que da la tecnología de reencontrarte con gente que hace mil años no ves. Y entonces se crean japiagüers (o afteroffice) de reencuentro con esa gente y se ponen al día con todas las cosas que les han pasado durante el tiempo que no se han visto, ya que no existía Facebook. Claro, porque sin Facebook, uno NUNCA MÁS habría visto a esas personas.

Yo soy de las que me niego. Y puede resultar una contradicción, ya que tengo tres blogs, estoy TODO el día en el computador, tengo muchas direcciones de correo, a veces compro por internet, mando las invitaciones para mi cumpleaños por mail, veo las fotos en una pantalla de computador, y me culturizo con LUN.com. Así que bajo esa perspectiva, debería estar en Facebook, y ya debería tener varios foros o grupos o como sea que se llamen, hacer encuestas interactivas, y ampliar mi red de contactos a través de un par de clicks.

Pero resulta que no.

Y no lo he hecho de manera totalmente consciente. Y mi único argumento es que.. ya es muuuuusho. Ya me resulta suficiente con esto de estar totalmente ubicables a través del celular y del mail (y eso que no tengo blackberry). Ya tengo demasiadas distracciones como para sumar otra más a mis jornadas "laborales". Tengo la certeza de que si alguien de verdad me quiere ubicar, lo hará por algún medio.

Y por el momento no me interesa tener una red de contacto de miles de personas con las que, por alguna razón, perdí contacto hace tiempo. Porque por alguna razón, uno dejó de ver a esas personas, y les aseguro que no fue producto de un cataclismo que dividió el mundo en dos y que dejó a una parte totalmente desconectada de la otra. Fue porque forma parte del proceso natural de la especie. Evolución le llaman algunos. Otros le llaman maduración. Póngale en nombre que quiera.

Tal vez el Facebook es la manera aséptica de mantener relaciones de amistad de aquí en adelante. Para aquellas personas que odian salir de sus casas, o que no le gustan las multitudes, es una vía muy agradable de sociabilizar. O que no tienen tiempo para juntarse a tomar un café. Y si me dedicara a vender enciclopedias, sin duda sería una excelente manera de ofrecer el producto. Pero como que no me animo aún.

Puede que esta declaración de principios resulte retrógrada, porque no estar en Facebook está tan demodé como no tener celular o mail. Porque.. alguien ha visto la cara de asco que puede poner alguien ante la respuesta "es que no tengo mail"??


Tal vez si alguien me dijera una utilidad real del asuntito ese. Y que no sea simplemente andar buscando gente conocida o "mira, tengo a un amigo que tiene un primo que es compañero de universidad de una sobrina de Piñera". O andar haciendo encuestas del tipo "qué clase de Geminis eres?" o "unete al Foro de Chile sin peste bubónica". Porque si es por sociabilizar, me basta con mi lista de MSN.

También es posible que la próxima semana me meta a Fcebook, o puede que nunca lo haga. Voto por lo último. Pero eso de escupir al suelo no me tinca. Si no, preguntenme por mi "plan de trabajo"...

lunes, 5 de mayo de 2008

El vendedor charlatán

El pasar y pasear en el centro de Santiago todos los días es fuente de inagotables temas para escribir. Y así como he hablado de las palomas, de los mimos, del ruido (uf, que autoreferrente!!) hoy le toca a los charlatanes.

Ubíquese amable lector, en Alameda, entre Ahumada y San Antonio, un día de invierno (si es de otoño y hace frío, le sirve igual) y con un hambre caballa. De esa que baja a medio día de manera violenta y casi letal. E imagínese que entre el mar humano aparece una mesita, sencilla, con mantel rojo a cuadritos, y con una olla llena de aceite, bajo la cual arde el fuego de una artesanal cocina. Al lado de la olla, un lindo plato, en el cual yace una docena de sabrosos picarones (que no son más que la versión criolla de las donuts, pero sin relleno), espolvoreadas sutilmente con azúcar flor. Y cuando uno se acerca amablemente al caballero que está tras la mesa, para adquirir tan suculento manjar, se da cuenta que lo que vende el tipo es... la herramienta para hacer picarones. Oh decepción. A esas alturas, uno no se atreve siquiera a comprar los picarones, porque el hecho que venda la herramienta no nos garantiza que se sepa la receta, y fácilmente pueden estar hechos a base de cualquier porquería. Así que filo con los picarones.

Los vendedores charlatanes, que por lo general venden productos de cocina, son unos espectáculos en vivo, más reales y cercanos que los llame ya. Y lo más importante, no estoy pagando por verlos (porque, si no se han dado cuenta, nosotros pagamos para ver programas Llame ya, salvo que vea los de Falabella TV que dan en UCV). Los charlatanes no necesitan de un locutor que les haga la presentación al lado. No, ellos mismos se presentan, hacen las demostraciones y no necesitan de ninguna Angélica Catro o Paola Falcones que le ande haciendo preguntas obvias al lado. Aunque dado el perfil de los charlatanes, podrían tener una Luli o Blanquita Nieves haciéndoles las coreografías.

La gracia de los charlatanes es que lo hacen todo. Y son capaces de hablar sin respiro sobre las bondades de un pelador, mientras pelan una zanahoria, una papa, una manzana y luego, sin más, se pasan a picar un repollo, para demostrar que es una herramienta multiuso. Yo no sé cuanta plata gastarán en la feria estos tipos, pero en una mañana pelan y cortan como 10 kilos de frutas y verduras. Me imagino que llegan a la casa en la noche con dos sacos de papas peladas y la señora se ve obligada a hacer puré, y al día siguiente manzanas cocidas, etc. etc.

De hecho, yo creo que si no les va bien en el rubro "comercio", deberían irse a trabajar de ayudantes de cocina.


El otro charlatán famoso es el que saca una regla con unos hoyitos estratégicamente ubicados y que, con un lápiz pasta insertado en uno de los hoyitos, se pone a dibujar circulos eternamente, hasta lograr un dibujo geométrico de colores, muy llamativo pero esencialmente inutil. Porque una regla sirve para medir, un compás para hacer circunferencias, un transportador para calcular ángulos.. pero una regla de ésas solo sirva para llevársela al regalón de la casa para que se divierta gastando todos los lápices que encuentre en una actividad que además, debido a la simpleza de la misma, son capaces de hacer mientras ven tele.
Por último, también dentro de la categoría, pero más lejano, están las chiquillas que se ponen con una mesita y un cartelito que dice "Limpie sus lentes gratis", y que según he visto, aplican una pomadita del tipo mentolátum a los lentes, que los deja inmaculados. Nunca lo he hecho, pese a que mis lentes suelen estar tan sucios que veo menos que sin ellos. Pero es que sé que todo es una estrategia para que yo finalmente compre la mentada pomadita. Y me niego. Aunque puede que sea la solución a mis problemas de vista.
Mi propuesta primera, al empezar este post, era que alguien probara los picarones que hacen los charlatanes, a ver si son tan ricos como se ven. Pero mejor propongo escuchar a los charlatanes. Es entretenido, y algo se puede aprender. Por último, a pelar papas.