lunes, 25 de febrero de 2008

Y se va febrero

Luego de haber escrito al menos un par de veces sobre el triste hecho de que soy una de las únicas personas que se queda en febrero en Santiago, lamentándome de la soledad y del aburrimiento y de que no había nadie, ni siquiera en la red, que me hiciera compañía en mis eternas tardes (im)productivas, ahora me toca llorar porque febrero se va.

Esto es casi como los tipos que se suben a la montaña rusa de Fantasilandia y aullan y lloran durante todo el viaje gritando "paren esta hueáaaaaaa", y cuando se bajan dice "uy, que rico, subamos de nuevo?". La única diferencia es que febrero es bastante menos adrenalínico.

Porque a pesar de todo lo que me quejé, y me lamenté, provocando ataques de autocompasión que se sublimaron en cuanta oferta de verano encontré, me encanta febrero en Santiago.

Durante este mes he estado convertida en una especie de "farmacia de urgencia" a la cual recurre cualquier persona que tenga un problema aunque no tenga relación con la actividad legal propiamente tal, básicamente porque no hay nadie más.

Y me siento como el "guardia de la fiesta", que ahora se dedica a contarle a la gente que va llegando qué es lo que pasa adentro.

Entonces, ahora les contaré qué pasó en febrero:

1.- El panorama en la tardecita era escuchar alguno de los miles de programas dedicados a a) la previa del festival; b) la elección de reina del festival; c) los vestidos de Tonka; d) si Bosé está o no demasiado repetido (yo creo que no), pero nadie se preguntó lo mismo de Marco Antonio Solis, a pesar de que todas las veces que viene canta las canciones EXACTAMENTE igual que la vez anterior; e) qué cagada se mandó la Rocío Marengo; f) y la clásica discusión sobre lo poco que se pesca a la competencia folclórica, comentario que los conductores de los programas dedicados al Certamen hacen con cara de "que malos son los medios", pero que dura 20 segundos para luego mostrar las pechugas de una niña que le dicen Pops, y que no tiene ABSOLUTAMENTE nada que ver con el Festival, pero que igual se postuló a reina.

2.- Bombardearon a los pocos capitalinos que quedábamos con ofertas de uniformes de colegio, blusas y zapatos hiperreforzados, a unos precios francamente absurdos. O sea, una camisa a $990.- se convierte prácticamente en un bien desechable. En la tele, en la radio, en las noticias, en el supermercado, en cuanta paleta publicitaria existe... tanto, que a pesar de que mi hija tiene solo 1 año, estuve tentada de aprovechar tanta maravilla y comprarle el uniforme para primero básico.

3.- No hice filas para nada. Ni para cargar la tarjeta Bip, ni para un depósito bancario, y tampoco (agárrense, que esto es fuerte) en Servipag.

4.- Aproveché de ir a mis sesiones en el kinesiólogo, aprovechando el éxodo masivo de capitalinos, ya que en otras circunstancias me habrían dado hora para seis meses más.

5.- Terminé intoxicada de tanta publicidad de la próxima guerra de teleseries. Tanto que ya no logro distinguir si son tres teleseries distintas, o son todas parte de una mega producción con la Claudia Di Girolamo, Willy Semler, Paz Bascuñán vestida de carabinera, y Carola Arregui, todos en Puerto Rico.

6.- Ojo con Providencia. Están haciendo arreglos y es imposible transitar por ahí. De hecho, está prohibido, salvo que manejes un vehículo oruga (y ojo que no me refiero a un tanque).

7.- Me solacé ayer en la tarde en la piscina de mis padres, imaginándome los 300 mil vehículos que se esperaba llegaran a Santiago, a una velocidad de tortuga, llenos de ilusionados bañistas que hoy comenzaron con un bronceado fascinante, su vida laboral, la triste realidad, con la certeza de que les faltan 11 meses y una semana para volver a salir. A mi me falta menos. Ja ja ja.

De hecho, mi propuesta debería ser quedarse en febrero en Santiago, para dar por terminado el tema. y comenzar marzo con nuevos bríos, nuevas ideas y nuevas propuestas. Pero luego, pensándolo mejor, no propongo eso, porque si todos me hacen caso (quien sabe, puede que algún día me transforme en un referente a nivel nacional), febrero se va a llenar de santiaguinos y va a ser una lata.

viernes, 15 de febrero de 2008

Monopoly.... algo así como el Metropoli



Monopoly es la versión original del clásico Metropoli chileno que tantas veces jugamos cuando chicos (me refiero a mi familia, si usté, estimado lector se siente identificado, tanto mejor) Nosotros jugábamos a comprar casas para poner en Matucana y Gran Avenida, y atemorizados de caer en la "Asistencia Pública". Y poníamos casas en la Alameda, sin tener idea que es prácticamente imposible construir algo que no sean edificios de 20 pisos en la Alameda (vivíamos en Temuco). En fin. Los gringos jugaban con Palm Beach, "Los Angeles International Airport". Otra realidad.

El asunto es que el Monopoly gringo es parte de la tradición gringa, como la mantequilla de mani, y los supermercados con miles de heladeras con productos congelados . Y hay una versión de Monopoly con Bob Esponja, otra con Disney (oooobvio), del Hombre Araña, y una de Pixar. Así son los gringos. Profesionales para el ocio. O si no, piensen en esas mesitas especiales para comer, escribir, coser, estudiar etc. etc. mientras se ve la tele. Y que viene, de regalo, con un estuche "porta controles remotos" para colgar en el brazo del sofá ultra mega anatómico, que hace masajes hasta en el omoplato y que cada gringo DEBE haberse comprado para ... para el ocio. O sea, los gingos no viven la emoción diaria de "la búsqueda del control remoto", prueba a la paciencia y a la espalda, porque uno se agacha para buscarlo debajo de todos los muebles de la casa. Ni el ritual del "acomodo" de las asentaderas en la clásica pera, rellena con bolitas de plumavit, y que se ve muy cómoda pero que en realidad se basan en un precario equilibrio del televidente, que se pierde apenas uno cambia la posición del brazo para tomar un vaso de agua que ha dejado, estrategicamente, en el suelo, porque no tiene la famosa mesita que venden por los "Llame Ya".

En fin, no nos desviemos.

Monopoly, entonces, en su afán de ampliar sus fronteras, está creando un nuevo juego en el cual se incluirán 20 ciudades del mundo. Y adivinen quien está postulando. Si, acertaron. Santiago de Chile.

No vamos a discutir ahora respecto a la descentralización, ni por qué no pusieron a Copiapó u Osorno dentro de las ciudades a elegir. Lo importante es que Chilito está. Y solo nos falta "clasificar". Claro, porque están postulando casi 70 ciudades, y eligen 20. Y vamos 53, con el 0.7% de las votaciones. Todo mal.


Propongo entonces, votar por Santiago de Chile, para que aparezca en el próximo Monopoly.

Para votar, hay que ir a http://www.monopoly.com/

Hay que inscribirse, pero solo piden un mail y una contraseña. No es tan difícil.

Ya chiquillos..

viernes, 1 de febrero de 2008

Inventando boludeces


Estos días de pseudo ocio, con mi ciática que no es ciática sino que es hernia, que me mantiene un tanto inmovilizada, he aprovechado de leer la prensa nacional e internacional un poco más de lo usual (y bastante más de lo necesario).

Y me sorprende la cantidad de tonteras que se crean o inventan. Algunas tienen algún fin práctico, lo sé, pero hay otras a las que, por más que me esfuerce, no le encuentro la gracia.
Vamos con un catastro de las últimas (y no tan últimas) novedades para los regalones que me han llamado la atención:

Sandías sin pepas, y cuadradas: si, a estas alturas con un clásico. Pero tal como señalé en otro blog, como que una sandía sin pepa y cuadrada no tiene gracia. Las pepas nos otorgan el derecho inalienable para escupir en la mesa (en lo posible no sobre los demás comensales), y además nos permite distinguir el corazón mismo de la fruta, sabroso, de fuerte color y sin pepas, del resto. Además, si no es por las pepas, ¿cómo se reproducen? ¿Se parten en pedazos y se entierran los pedazos en la tierra, a ver como germinan? O, tal como las lombrices, se parten por la mitad, y automáticamente a cada mitad le crece su mitad faltante? No creo. Respecto a la forma geométrica, si es para que sean más fáciles de manipular para su exportación, creo que lo que realmente corresponde es no exportarlas. Las Sandías son de Paine, de verano, de mesa al aire libre. Una sandía en la mesa elegante de una casa noruega, con 70 grados bajo cero afuera y con gente hablando en un idioma que parece una enfermedad a la lengua, no creo que tenga el mismo sabor.

Gatos fosforescentes: sigo sin entender la gracia de andar iluminando mininos. Será para que los dueños de gatos no los pisen en la noche, OK. Pero yo creo que resulta pésimo para la estrategia felina de pasar desapercibido, y de pasearse por lo callejones en busca de una chiquilla sin ser molestado por nadie. O sea, hasta donde sé, hay peces fosforescentes. Y las luciérnagas también son fosforescentes. Pero.. los gatos? Tal vez la idea es usar los gatos para subrayar libros. Sería una mascota polifuncional.


Cebollas que no hacen llorar: como me dijo el legítimo, es como un ajo sin olor. La naturaleza misma de la cebolla es hacer llorar. ¿Cómo se justificará de ahora en adelante el término "música cebolla"? No, pues, la cebolla produce lágrimas y nos permiten llorar legítimamente sin dar explicaciones.

La biblia judia en un chip menor que una cabeza de alfiler: tengo entendido que la idea era promocionar la nanotecnología. Creo que sería mejor método de promoción inventar algo que solucione la vida de algunas personas a través de algún invento así de ínfimo. Un audífono ultrahiperchico. Un sensor para evitar la pérdida del cabello, qué se yo. ¿Pero qué sentido práctico puede ser tener un libro escrito en la cabeza de un alfiler? Los alfileres sirve para sujetar tela, para fijar un papelito en un panel de corcho. Pero no como material de lectura.

Robot Sommelier: Si... en alguna parte del mundo se inventó un robot sommelier que es capaz de decirte las caracerísticas especiales de un vino y su "maridaje" con la comida. La idea es que sea utilizado en los restaurantes pirulos y así éstos se evitarán contratar a un sommelier de carne y hueso (sic). Como si la contratación de humanos fuera un delito. La máquina en cuestión distingue además distintas clases de queso. Ahora, será capaz de responder a la pregunta "entre A y B,¿ cuál me recomienda de acuerdo a su gusto personal?" Por otro lado, ¿para qué evitar la personalización del servicio? ¿Cuál es el problema de tener a un sommelier en un restaurant? Seamos francos, los restaurantes pueden cubrir los costos del sueldo de un sommelier con un par de botellas de vino, porque usualmente la venden a tres o cuatro veces el precio de supermercado. Y la gracia de ser atendido por un tipo que te habla del vino con cierta autoridad, no se puede comparar con la de un robot que te dice con voz de robot: "este vino... tinto es de ... taninos ...fuertes, con leves dejos de ...frutos del bosque, envejecido en ... roble francés. Se recomienda comer con ... quesos."
Con la idea, nuevamente, de fomentar la interacción de mis amables lectores, les propongo que revisen la prensa, encuentren inventos absurdos y los compartan con nosotros. Eso me permitirá usar mis horas de ocio tratanto de darles alguna justificación....