lunes, 20 de junio de 2011

Crimen y castigo


Me demoré como dos meses en leerlo.
No hay derecho.


El clásico que me propuse leer este año fue Crimen y Castigo, de don Fiodor Dostoievski. Y si la edición que leí tenía 550 páginas, durante las primeras 500 no hubo caso Recién en las últimas 50 páginas el libro me agarró y lo leí con agrado. Antes, fue como leerse un libre para el colegio y estuve a punto de abandonarlo como 10 veces, mientras miraba la ruma de libros que tengo en mi velador listos para ser leídos. Pero no, fui disciplinada y continué.

Finalmente no me arrepentí, el libro es increíble, pero tengo mis comentarios.


De partida, NADIE puede referirse a un personaje de tres maneras distintas sin avisar antes. Porque si eso además se multiplica por todos los personajes de un libro, tenemos un estadio lleno de gente, cuando en realidad son como 20 pelagatos. Entonces tenemos al protagonista, a quien de cariño le dicen Rodia. Pero el escritor se refiere a él como Raskolnikov, y el personaje se presenta a si mismo como Rodion Romanovic. Si al menos el señor Dostoievski tuviera la delicadeza de partir el libro diciendo que el protagonista se llama Rodion Romanovic Raskolnikov, de cariño Rodia, todo sería taaaaaan más agradable. Y lo mismo pasa con la hermana, que además no es ná' de apellido Romanovic, es Romanovna, porque así son los rusos. Complicados.


Cuando finalmente me di cuenta que el protagonista es uno y no tres, pasamos al tema de los susceptibles y volubles que pueden llegar a ser los rusos. Bueno, puede que en la realidad los rusos no sean así. Además no los conozco a todos. Pero los personajes de este libro son todos sensibles, susceptibles, y volubles. Y no sé si será culpa de la traducción o que al traductor/editor se le quedaron pegados los signos de exclamación en la máquina de escribir, pero da la impresión que hasta para pedir silencio los tipos gritan.


Para rematar, (aquí señor lector, si usté no ha leído el libro y le interesa hacerlo, deténgase y no siga leyendo, no quisiera arruinarle la sorpresa final) termina con un especie de "continuará" o "si quiere saber REALMENTE como termina esta historia, espérese aquí sentado porque aquí no lo va a encontrar", y uno queda con cara de cumpleaños, después de 550 páginas, miles de signos de exclamación, muchos desmayos, vahídos, llantos, cara de tragedia, rostros desfigurados, ataques de histeria, y muchos, muchos nombres.

En fin.

En resumen, el libro es muy bueno. Y eso no es novedad, Crimen y Castigo es una de las obras clásicas de la literatura rusa. Pero que costó, costó.

Ahora, a leer algo bien liviano, que me guste desde la página uno.