Me cargan los mimos. Me escapo de ellos. La sola idea de que uno de esos tipos de cara blanca y una mamona lagrimita pintada negra sobre la mejilla se me acerque y me haga parte de su rutina me molesta.
No sé si será consecuencia de algún recuerdo olvidado de mi niñez, o si es parte de la evolución lógica del ser humano. Pero me tranquiliza saber que no soy la única, que somos millones. Aunque, conste, si fuera la única los seguiría odiando.
Inocentemente, durante años pensé que los mimos callejeros eran prácticamente patrimonio exclusivo de Chile. Porque, existía Marcel Marceau, ya, pero me imaginaba que los mimos del mundo eran profesionales, y solo los chilenos tenían que recurrir a la audiencia transeúnte. Pero hace unos años, en Buenos Aires,y haciendo el clásico recorrido por Caminito, nos topamos con un mimo. Y por más que nos escabullímos entre los locales de artesanías, y entramos a cuanta tiendas de antigüedades encontramos, el mimo parecía seguirnos. Hasta que finalmente, para que nos dejara en paz, tuve que dejar que me regalara una "flor". Uf. Media hora para eso. Me imagino entonces que los mimos están en todo el mundo. Incluso podríamos decir que son una plaga a nivel mundial.
Todos los días, en el Paseo Ahumada, una peatonal donde pasa MUCHA gente TODO el día, frente a la casa matriz de un banco, a las 7 de la tarde un mimo sin conciencia del flujo peatonal comienza su pseudo espectáculo. Pero como nadie quiere que el mimo famoso lo suba a la pelota, y al parecer la creencia popular es que el show del mimo hay que verlo a unos 10 metros de distancia del "artista", se arma una especie de "foro" o escenario natural, que le permite al mimo famoso hacer de las suyas con toda tranquilidad, mientras el resto de los humanos tenemos que hacer fila india para poder pasar por el costado. Claro, porque la otra opción es pasar por la mitad, so riesgo de caer en las redes del mimo, y ser blanco de toda clase de bromas y pantomimas. Y si uno no se rie o no le sigue el juego, el público abuchea!!
Los domingos, frente al Museo de Bellas Artes, se instalan dos mimos. En la mitad de la calle. Justo al medio entre los autos que van hace el Mapocho, y los que vienen del ídem. Y conste que no hay bandejón central. El público se instala en ambas veredas, con los niños, coches, y se suma el vendedor de mani y de algodón dulce, convirtiendo esto en un espectáculo masivo. El punto es que el tráfico no está cortado a esa hora. Noooo, para nada. Los autos deben pasar entonces, entre este mar humano, a modo de extra y parte del show, intentando no atropellar a nadie, no chocar al auto que va adelante, y todo lo anterior rogando que el mimo no se le ocurra arma un espectáculo con el auto de uno. No es fácil.
No sé si será consecuencia de algún recuerdo olvidado de mi niñez, o si es parte de la evolución lógica del ser humano. Pero me tranquiliza saber que no soy la única, que somos millones. Aunque, conste, si fuera la única los seguiría odiando.
Inocentemente, durante años pensé que los mimos callejeros eran prácticamente patrimonio exclusivo de Chile. Porque, existía Marcel Marceau, ya, pero me imaginaba que los mimos del mundo eran profesionales, y solo los chilenos tenían que recurrir a la audiencia transeúnte. Pero hace unos años, en Buenos Aires,y haciendo el clásico recorrido por Caminito, nos topamos con un mimo. Y por más que nos escabullímos entre los locales de artesanías, y entramos a cuanta tiendas de antigüedades encontramos, el mimo parecía seguirnos. Hasta que finalmente, para que nos dejara en paz, tuve que dejar que me regalara una "flor". Uf. Media hora para eso. Me imagino entonces que los mimos están en todo el mundo. Incluso podríamos decir que son una plaga a nivel mundial.
Todos los días, en el Paseo Ahumada, una peatonal donde pasa MUCHA gente TODO el día, frente a la casa matriz de un banco, a las 7 de la tarde un mimo sin conciencia del flujo peatonal comienza su pseudo espectáculo. Pero como nadie quiere que el mimo famoso lo suba a la pelota, y al parecer la creencia popular es que el show del mimo hay que verlo a unos 10 metros de distancia del "artista", se arma una especie de "foro" o escenario natural, que le permite al mimo famoso hacer de las suyas con toda tranquilidad, mientras el resto de los humanos tenemos que hacer fila india para poder pasar por el costado. Claro, porque la otra opción es pasar por la mitad, so riesgo de caer en las redes del mimo, y ser blanco de toda clase de bromas y pantomimas. Y si uno no se rie o no le sigue el juego, el público abuchea!!
Los domingos, frente al Museo de Bellas Artes, se instalan dos mimos. En la mitad de la calle. Justo al medio entre los autos que van hace el Mapocho, y los que vienen del ídem. Y conste que no hay bandejón central. El público se instala en ambas veredas, con los niños, coches, y se suma el vendedor de mani y de algodón dulce, convirtiendo esto en un espectáculo masivo. El punto es que el tráfico no está cortado a esa hora. Noooo, para nada. Los autos deben pasar entonces, entre este mar humano, a modo de extra y parte del show, intentando no atropellar a nadie, no chocar al auto que va adelante, y todo lo anterior rogando que el mimo no se le ocurra arma un espectáculo con el auto de uno. No es fácil.
Tal vez debería proponer hacer una liga mundial anti mimo, pero parece que eso se le ocurrió ya a los Copano.
Así que propongo no reirse con los mimos. Pasar por la mitad del "escenario" que armen, y si el mimo se les acerca, lanzarle solapadamente alguna amenaza. Podemos involucrar a algún miembro de la familia incluso. Pero nada muy evidente para que el tipo no haga show. Algo intimidante que provoque la huída inmediata.
Si alguien encuentra la frase adecuada... por favor compártala.
8 comentarios:
http://www.thecrazywebsite.com/MimeAfterMime.html
Hola Fran
A mi también me cargan los mimos... supongo que porque no quiero que ridiculicen (aun más) algunas de mis caracteristicas al hablar, caminar, etc. Por eso los evito cuando puedo, a veces doy largos rodeos, solo para no ser utilizado como "material".
En una ocasión en que andaba en Stgo, paseando con una chica extranjera tuvimos la (mala) suerte de pasar por el paseo Ahumada donde se presentaba un mimo. El mismo del banco ese. Como ella no entendía que pasaba (tipico de gringos) siguió caminando por medio del "foro" ahi creado, lo que le dió la oportunidad al mimo de lanzarse sobre nosotros. Cuando le iba a tomar la cintura a esta chica, yo le dije "no" con la cabeza, entonces trató de tomarme la cintura a mi... cuando estiró su mano, yo me adelanté y se la tomé, le giré ligeramente la muñeca y volví a repetir el gesto de "no" con la cabeza. Creo que ahi entendió el mensaje, lo que demuestra que la mimica funciona como lenguaje en dos direcciones :)
Bueno, no espero que sea la receta, o frase adecuada, solo un ejemplo de como salí de eso. Prometo tratar de no hacerlo de nuevo :D
Nos vemos.
Ah, a propósito de mimos, mira http://www.youtube.com/watch?v=osnUB9bUm-E
Déjeme decirle que esta vez, su propuesta es fácil, dado que los mimos no causan ninguna gracia.
¿Podrá ser que no se den cuenta de esto?
Propongo la frase: "te voy a mandar a hacer muecas con Marceau", seguida -o precedida- de fuertes improperios.
Si se dispone de más tiempo: "mira, cada uno con su trabajo, pero sin interferir en la vida del otro. Si tú, en tu trabajo de mimo, interfieres en mi vida, yo tendré que interferir en la tuya para que esto sea recíproco. Y yo soy..."
Aquí viene la creatividad: proctólogo, urólogo, carnicero y te voy a partir en pedazos, gigoló y tendré que hacerte ya sabes qué, son algunas de las opciones.
Una buena opción que siempre quise hacer me resultó hace un par de años en la plaza de armas de Valdivia. EL pelotudo mimo se puso a caminar atrás mio y me di el gusto de caminar hacia atrás y me lo cagué: el insecto salió corriendo asustado. Eso demuestra, además, que no estaba preparado para la pega, porque esa pantomima obliga necesariamente, por formación profesional (yo tuve el horrendo ramo de pantomima cuando estudié teatro) a estar atento a lo que hace el monito mayor, y este no lo estaba.
Comparto tu odio hacia los mimos. Y no es algo que tenga que ver con un mal recuerdo infantil ni trancas adolescentes. Simplemente odio sus "performances".
Cuando llegué a Santiago, hace 5 años me encontré con la sorpresa que en mi natal Concepción no habian mimos y acá si. Las primeras veces tuve que soportar sus rutinas hasta que un dia dije "basta" y comencé a vengarme.
La primera vez fue con uno que se tiro encima del capó del auto a las 7 pm (osea hora del taco+neuras) le toqué la bocina y haciendo caso omiso de mi advertencia, me pegué al "sapito" (limpiaparabrisas), aun recuerdo la cara de susto cuando se vio con un chorro de agua y los limpiaparabrisas pegandole en la cara (y la risa de los demás conductores).
La segunda vez fue en aquel que nombras del centro, iba con mi hijo en su coche y unas barras para cortinas, cuando se me acercó le dije "no" con la cabeza, acto seguido intentó quitarme el coche, a lo que reaccioné como cualquier padre lo haría (creo!!) y me di vuelta, pegándole con los tubos en la espalda y cabeza, la gente se quedó callada y no faltó el que aplaudió, supongo que después de esto el mimo aquel habrá aprendido la lección de no meterse en los coches de guagua ajenos.
De todos modos propondría agregar a los mimos dentro de la categoría "NO DESEABLES" en el centro.
fh:
gracias, buen video.
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Tito
hace tiempo no se le veía por estos lares... andaba en los cerros, imagino. Y, fíjate, bien simpatico el mimo del video. Es que en la pantalla es otra cooosa.
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EQNA:
Mire, me agradó su técnica. Es como.. british.
Yo puedo decirle: mira y como soy abogado te puedo demandar y dejarte en la calle.
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JM:
no tengo duda alguna que los mimos callejeros no tienen estudios formales. O que los reprobaron.
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Francisco:
notable lo del mimo sobre el auto. De hecho... podría implementar andar con una pistolita de agua en la cartera, por si me encuentro a uno en la calle.
Fran,
Cuidado con demandar al mimo y dejarlo en la calle. De partida ya está en la calle (por algo es mimo) y segundo le está obligando a trabajar por el resto de sus días (amén) para usted, fomentando aún más su desagradable des-arte (más bien des-astre).
Comparto plenamente su odio con los mimos, son una amalgama malnacida de malparidos, merecen el odio colectivo y previo a la cita con el tío Paul, una confesión con el cura Tato. Si alegan, dejaremos que Gemita Bueno haga la defensa.
Dejando aquello claro, debo decir que una vez, (singular por favor) me reí con un mimo: en la película The Aristocrats. Es un documental donde 99 humoristas y un mimo cuentan el chiste más fome de habla inglesa.
Eso no significa que los mimos sean filmogénicos, porque me imagino que ya sabe de esos amargos minutos en Paris Je T'Aime.
Por cierto, el departamento de estudios de lateandola está trabajando en un sesudo análisis, así que os pido paciencia.
Yo me pregunto Pq juntara tanta gente si uds. creen que son tan malos?.
La espuesta a mi parecer,respetando todo tipo de pensamientos es que,el mimo o clown es un espejo de la sociedad,si prestan atencion podrian entenderlo.
Tiene algunos que odian verse pero la mayoria le gusta,ver como el ser humano puede jugar,sentir y por algunos minutos descolgarse de todo este sistema que nos esclavisa...como dijo Chaplin en el ultimo descurso.
Si quieren pueden ver algunos video en youtube como mimo tuga.
Que Dios ilumine nuestros caminos.
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